DESDE ATENAS SE ELEVA
UN BLUES DE DESPEDIDA
PARA MARIA
Dando volteretas por la mente
alarido que asusta.
Voces degollando al poder. ¿Algo se rompe?
¿Sientes como algo se quiebra?
Tocar madera, demasiado simple; es insuficiente.
F o r m a s
c o l o r e s
¿quien te puso esos colores?,
la mente con eternas convulsiones;
explosiones en degradé inundándolo todo.
Un todo tan infinitamente diminuto.
Los martes son tus días de conversión.
Te transformas en mancebo iluminado
y te rodeas de lobos.
Más bien lo sé, quien ponga la garra en tu hombro
terminará lacerando su propia carne.
S o n i d o s
v i b r a c i o n e s
escritos en un pentagrama de oscuridad.
¿Dónde lloran los lobos de mar?
¿Quienes humedecen sus peñascos, la roca desnuda?
Las piedras seguirán llorando y rodando;
somos Juan Rayo -el saltarín- simpatizando con el Diablo.
NO todos los caminos tienen retorno.
En algunos puertos IMPEDIRAN TU REGRESO.
¿Qué buscas?
(pregunté)
Un vaso de leche
Nadie impide que lo bebas
(señalé indicando la mesa)
Sólo quería abrazarte.
La ciudad se transforma en un C R A C ! ! ! !
Una botella desplomándose en la vereda.
Una paloma desplumándose en la azotea.
¿Sientes como algo se quiebra?
Escucho el quejido.
Todas las noches en la ciudad un centenar
de hímenes se quiebran...
cracc!!
crac!!
crac!!
y cuando la ciudad entera palidezca
al escuchar el bramido del saxo se abrirá
para ese siempre que dura un segundo
una realidad nueva
y luego no existirán abeles ni caínes ni putas ni curas ni madres ni maricas y todos se habrán quitado sus túnicas sus enaguas sus blancos vestidos de novias los fracs los baby dolls sus sotanas...
Nadie responde. Nadie responde.
Escucho el silencio del que no responde.
Duele la palabra no pronunciada. Nadie responde.
Sólo busco una voz al interior.
De un interior que queda demasiado afuera.
Silencio de saxo muerto.
El sexto en penumbra.
¿Dónde tu sexo?
Sientes la tibieza. ¿Sientes en tu mano la tibieza?
Es la sangre que fluye, que enloquece.
¿Dónde estás?... ¿dónde los lobos?
Bebe tu cerveza, pide otra si la quieres,
están tocando un triste blues de despedida.
Un viejo de mirada sombría no despega de sus labios
un melancólico y oxidado saxo nostálgico.
No castiguen a los niños en mi presencia.
No nos pertenecen,
No pretendan destruirlos y desentenderse.
El viejo diva y me dice vagabunda.
No hay contestación. Hunde sus labios en el saxofón.
En Atenas una gran columna perece.
Podrán decir que esa columna no merece
un blues
una palabra
un crac
un crac
un crac
crac!!
crac!!
El viejo comienza a tocar el blues de mi huida.
EL PERSEGUIDOR
x
I
S
s
E
X
EL PERSEGUIDO