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domingo

Pilotando su Convertible la Duncan Recorre la Ciudad

Muevo mi cuerpo cansado
al ritmo furioso
de tu indestructible recuerdo.

Te manifiestas insistente
apenas perceptible
en la muchedumbre electrizada.

Multitud inextenuable
que ha de chorrear su sangre
en la búsqueda de un padre
(¿serás tu quien despertará
          a la patria despedazada?)

Apátridas desfuturados
¡¡Malos hijos del capitalismo!!
Hijos e hijas paridos
por la misma gran puta
(¡¡arráncale los ojos al garañón!!)

EL ROCK INUNDA EL RECINTO


Isadora Duncan,
extiende la capota de tu coche
que el aire
trae aliento de muertos.

Isadora Duncan,
no grites mi nombre,
la muerte...
deletrea el tuyo.

Isadora Duncan,
¿cómo ver tu cara
sobre los hombros
de este cochero de la muerte?
(muchedumbre electrizada
          que no me mata...)

O tan sólo morir
sobre tus senos.
O tan sólo morir
bajo tu cuerpo...

Una boca prisonera de la otra.
(Eres la carta marcada)

DANZAR CONTIGO EN LA VENTANA

  

Los muchachos ahora saltan
al son marcial del himno
de aquella patria que se oculta,
detrás de esa puerta,
dando diente con diente en plena
           Matucana.

Dos 1/4 y la madrugada
          al acecho...
Dos 1/4 y la noche
          duele.

Isadora préstame tus gafas.
Libérame de esta ánima en pena
que apenas se mueve, cansada.

¡¡NO TE VAYAS SEÑORITA DUNCAN!!
  
Dos 1/4 en la punta
          de la estación del sur.
Dos 1/4 y un convoy regresa
          a sus cuarteles a los muchachos
          que te desconocen.

LA CIUDAD ETERNA, INFINITAMENTE SITIADA


Te me pierdes señorita Duncan
(la capota va plegada)

( ... )



Soledad,
          inconfundible soledad,
                              rumbo a Plaza Italia,
                                                    me haces falta.

La moribunda,
          la casi difunta,
                         me acompaña.








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