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domingo

Pescadores de Hombres Se Quejan:

LOBOS DE MAR 
DESTRUYEN REDES 
Y LIBERAN PECES


Destrucción, destrucción. Carne sobre carne y deleite. 

La sangre hirviente revienta las arterias
y la lluvia no puede y el torrente no quiere
lavar las avenidas manchadas y los aromos
                                       no florecen.

Las ratas privilegiadas se sobrecogen,
se solazan y conmueven,
en sus brazos pequeñas bestias de cunas enchapadas;
mientras placentas descompuestas bajan como ríos.
haciendo surcas en rollizas piernas de aristócratas
                                         jugadoras de bridge.

En la cima de un campanario que campana no tiene,
blanco por las defecaciones de gaviotas,
desafiando irreverentes, buscando rasgar
las mejillas del mito (un dos tres hasta 10),
un adolescente mira apasionado una manada de lobos
                                              marinos
y quien le acompaña se extasía con su belleza virginal
(caricias prestadas por el viento. Los niños
no se atreven, los niños no se atreven.
Ellos deben contenerse).



Aniquilación, aniquilación. Resuello y resoplido
                            confundidos en el grito.

Los cuerpos putrefactos parirán la nueva esencia,
y la madera es tibia y la madera no basta.
Ella no puede, ella tampoco quiere protegerles.

A punta de martillos sobre aceros encendidos,
candentes formas jamás vistas, rieles y puentes
                                         retorcidos,
rutas sin sentido aparente, dolr de los dementes.

Una montaña, un roquerío y una madre que vigila.
Ella y sólo ella espera acariciar tus cabellos.
Un sonido entre las piedras. Escucha el bramido.


No habrá sentencias de viejas putonas clandestinas.
Cada sacerdote matón de fantasías será excomulgado
por las prostitutas que hayan resultado ofendidas.

(Ud., padrecito, no merece un poema)

Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo
hundiendo en nuestros cuellos tus colmillos de león.

(Una cruz sangrante en sus senos)

Gracias Rumaldito Por Favor Concedido.

(Los niños no se atreven. Ellos deben contenerse)



Destrucción, destrucción. Entrelazadas lenguas
                              enfrentando el sofoco.

Destrucción, los enjuiciados aplicarán las condenas,
y las leyes y las leyes no serán escritas, y piedra
por piedra y por piedra serán derribados
los luctuosos palacios de la felonía.

(No olvides amor, todo preso tiene limpia la conciencia)

No más, nunca más, mandamientos de papel y tinta.

Porque cada crimen habrá de ser visto con ojos frescos
(artículo único que no será quitado de las ánimas)


María, la Magdalena (aquella puta famosa)
y un tal Judas, aún tiran por 30 monedas
(un justo precio para un polvo memorable)
bajo la mirada cómplice del iluso cruxificado.