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domingo

Según Pasan los Años te Quedas Quieto

Vacío. (Todo dispuesto para que el vacío ocupe su sitio)
Nada que agregar al respecto.
Según pasan los años te quedas quieto.


Tedio. (Otro sito el mismo sitio con el vacío adentro)

La conversación idéntica a un hasta luego y las mismas palabras repetidas de nuevo, dices te odio, en fin, te digo tedio, sonrío y en cambio tú, ríes con ello "te odio tedio y te tedio mi odio, insurrecto".

Según pasan los años te quedas quieto.


Miedo. (Solos en el vacío tocándonos en silencio)

¿Para que tu pena?
Dices, aquí no me muevo.

No, no arranco.
Queda el dolor, te lo entrego.

Según pasan los años te quedas quieto.


Afuera la lluvia, en el revistero el paraguas negro.  Como a un vaso tu aliento empaña mi pecho, la partitura escrita sobre el lecho cómplice, la mirada dormida, la lluvia en la calle y mudo adolorido, el paraguas negro.

Ojitos achina´os, pierdes tu alma en un grito pequeño.


Resueltos, la inquietud que no perdemos, el no salir del grato tedio. Amado tedio, acaricio tus piernas, tierno. Si, se te crispaba la carne y te quedabas así, quieto.

El delirio y el desquicio, el desprejuicio y el juicio, mordiendo tu rostro obseso, pálido testigo en simulado proceso, detallabas obsceno y divertido tu aburrimiento.

El acusador se condena y elige su castigo, se somete a su verdugo riendo.

Afuera llueve, el paraguas negro.

Estás muy dentro del estar quieto,
en medio del odiado tedio,
abandonado en el vacío ajeno.

Simular en las caras la ausencia del miedo.

El desprecio al aprecio,
la precariedad y el remordimiento.

Esta noche, otra noche, en la misma obscuridad, te sostengo.

En la retina la rutina,
el mismo cuento y el desencuentro.

Mis manos te recorren inmenso,
me detengo en tu boca
y observo tus ojos alejados lejos.

Aún, así, me quedó.

Afuera la lluvia, cerca nuestro el paraguas negro.